Estimados Amigos
En estas fiestas solsticiales y el pronto inicio de un nuevo año deseo saludarte con mucho afecto. Y en un fraterno abrazo expreso mi deseo ferviente que el 2017 que se avecina se cumplan cada uno de los sueños, en la esperanza de siempre que nuestros ideales sean de tal fuerza que puedan hacer las transformaciones necesarias.
Un abrazo fraterno
Freddy Ponce
Sobre filosofía, política y otras manifestaciones sociales de solidaridad para una sociedad que se construye en estas ideas.
sábado, diciembre 24, 2016
lunes, diciembre 19, 2016
Cambio de Paradigmas
CAMBIO DE PARADIGMAS
Por: Freddy Ponce
La sociedad neoliberal está agotada, hoy ya no es
capaz de dar respuesta a las necesidades actuales y menos a las futuras de los
ciudadanos en cuanto la conformación de una nueva forma del rol del estado
enfrentada a una sociedad en el que el problema son los cambios de paradigmas
en todos los aspectos de la sociedad, las reformas se esfuerzan por respetar el
modelo clásico introduciéndole nuevos elementos que, al no formar parte del
modelo original, no tienen suficiente fuerza como para transformarlo.
La noción de paradigma representa una versión de
cambio de ideas viejas en pro de nuevas posiciones socioculturales, el cambio
de paradigma tecno-económico del que se habla es una transformación del patrón
tecnológico y organizativo, más aún, es un cambio de sentido común en lo que
respecta a las prácticas más eficientes tanto en la producción como en las
demás actividades sociales.
El origen del cambio de paradigma es una revolución
tecnológica. Una revolución que resulta de la fusión e integración de dos
grandes vertientes de cambio: una, la revolución informática, la que todo el
mundo reconoce como tal, iniciada en Estados Unidos y difundiéndose por el
mundo desde los años setenta y, la otra, la revolución organizativa,
desarrollada en Japón y adoptada cada vez más ampliamente desde los años
ochenta. Estos dos cambios son de enorme trascendencia. Es difícil para
nosotros entender la profundidad de las transformaciones que este proceso de
destrucción creadora ha venido haciendo en el mundo desarrollado y en más y más
países periféricos.
El gran problema, al enfrentar el reto del desarrollo
en esta época, es que no nos hemos dado cuenta de hasta dónde es importante
para nosotros comprender la naturaleza de este cambio para poder identificar el
nuevo espacio de lo posible. Un cambio de paradigma tecno-económico es un
cambio en las herramientas y en los modos de hacer las cosas, es un cambio en
patrones organizativos y en posibilidades tecnológicas, es encontrarse frente a
un enorme potencial de generación de riqueza, cuyo aprovechamiento exige
adoptar una nueva lógica.
Alvin Toffler, por ejemplo, la equipara a las
revoluciones agrícola e industrial. Es decir, a fenómenos que tienen una
duración de varios siglos.
Es muy común que la gente de una época turbulenta y
llena de incertidumbre piense que lo que está experimentando es único y en todo
caso sólo tiene antecedentes muy lejanos. Esa postura conceptual nos coloca en
un limbo en términos de entender lo que está pasando.
Por una parte, de manera directa, hay una
transformación en la empresa. Toda empresa que quiera seguir siendo competitiva
hoy en día, toda empresa que quiera entrar en el mundo de la globalización,
obviamente, tiene que ir aplicando toda la lógica del nuevo paradigma tecno-económico,
porque, si no, se queda atrás.
Pero también cambian profundamente las condiciones y
las oportunidades para el desarrollo. Ya no se puede aplicar mecánicamente la
política que fue efectiva en la época de la sustitución de importaciones, en la
época de la producción en masa. Al menos, no en su conjunto. Esto no quiere
decir que algunos elementos aislados no se puedan incorporar a otro conjunto
que sea adecuado al nuevo contexto y al nuevo potencial. Cada época presenta
oportunidades distintas y las políticas de desarrollo, para tener éxito, tienen
que adecuarse a las posibilidades concretas de su tiempo.
La oportunidad que tenemos ahora tiene otro carácter y
la forma de enfrentarla es otra. Vamos a mirar qué significa eso, no sin antes
advertir que ese nuevo potencial de generación de riquezas lo moldean y lo
definen las fuerzas sociales. Ese nuevo potencial requiere un marco social,
institucional y político capaz de aprovecharlo. Cada vez que aparece una nueva
revolución tecnológica se dan unos cambios sociales y políticos masivos. Pero
la historia no está escrita con una sola pluma. El espectro de opciones es muy
amplio y se puede aprovechar de mil maneras.
Lo que no es viable es continuar por los caminos ya
inviables. La última vez, con la revolución tecnológica de la producción en
masa, se implantaron sistemas muy distintos, aunque todos eran adecuados a ese
paradigma: el socialismo soviético, el fascismo, la democracia Keynesiana y lo
que podríamos llamar el estatismo desarrollista en el Tercer Mundo. Cada uno de
esos modelos se implantó con infinidad de variantes. A pesar de las profundas
diferencias que los separan, todos fueron relativamente exitosos en dar grandes
saltos económicos en base a la producción en masa, basados en un rol económico
importante del Estado central y otras características morfológicas comunes.
Ahora tenemos otro paradigma y tenemos que inventar
otro modelo. Y cuando les digo inventar, les digo, de verdad, ¡inventar!
Necesitamos empezar a pensar de una nueva manera y entender, adoptar y adaptar
los nuevos principios de práctica óptima. Porque el poder transformador, el
poder orientador, de ese nuevo potencial está en la comprensión del nuevo
paradigma. Sólo comprendiendo en qué consiste, cuál es su lógica, vamos a poder
moldearlo, utilizarlo y aprovecharlo en función de nuestros objetivos como
sociedad.
El cambio de paradigma tecno-económico del que vamos a
hablar es una transformación del patrón tecnológico y organizativo, más aún, es
un cambio de sentido común en lo que respecta a las prácticas más eficientes
tanto en la producción como en las demás actividades sociales.
El origen de ese cambio de paradigma es una revolución
tecnológica. Una revolución que resulta de la fusión e integración de dos
grandes vertientes de cambio: una, la revolución informática, la que todo el
mundo reconoce como tal, iniciada en Estados Unidos y difundiéndose por el
mundo desde los años setenta y, la otra, la revolución organizativa,
desarrollada en Japón y adoptada cada vez más ampliamente desde los años
ochenta. Estos dos cambios son de enorme trascendencia. Es difícil entender la
profundidad de las transformaciones que este proceso de destrucción creadora ha
venido haciendo en el mundo desarrollado y en más y más países periféricos.
El hombre como tal, se define claramente como un ser
social. Desde allí entonces deben partir todos los principios que incluyan a la
sociedad, comenzando con el compromiso que tiene como ser humano social, y con
el desarrollo del bienestar colectivo, el que a su vez contribuye con su propio
bienestar.
El símbolo superior del progreso del hombre, es el
Estado, el que corresponde a una forma de organización humana, al interior de
un territorio , al que se ha dado en llamar nación/país/estado , en el que
tiene existencia real un determinado orden social, político jurídico y
económico, el que es establecido a través de ciertas normativas, que pueden ser
definidas de acuerdo a la cultura organizativa del grupo humano, las que han
sido claramente orientadas al logro del bien común de la sociedad. El estado
así definido, es sostenido, por medio de una autoridad central o gobierno
dotado de poderes de coacción suficientes.
Así desde el punto de vista del funcionamiento y con
objeto que la organización tenga sentido, el Estado cuenta con a lo menos tres
elementos centrales; a saber: “La Existencia de un Grupo Humano Organizado”,
“Un Territorio” y “Un Poder Central”. A partir de estas condiciones el estado
ha de cumplir con un rol fundamental en la organización, y es justamente el
mantener y controlar la administración de ese poder central. De este modo, el
poder es ejercido por la autoridad, el que nace de la representación que las
personas le entregan a sus representantes a través del voto, la autoridad que
genera tiene la responsabilidad de mantener los patrones de legalidad e
ilegalidad, para que sean respetados por las mayorías dentro de los límites del
estado.
Esta “Organización Social” desarrollada en una zona
geográfica y al interior de un territorio; exhibe entre sus principales
fundamentos el tema de la “Justicia Social”, fin último de la política y rol
que debe cumplir el estado. Sentido en el cual se establece con claridad que
los hombres que participan de la sociedad, deben aceptar como principio
fundamental la participación de toda tendencia, raza, ideas, credos,
convicciones, situación económica y actividades.
Así, se puede concebir que la organización y actividad
del estado, se conforman básicamente de dos sectores “Privado y Público”, los
que son vistos por sus propias actividades como los aliados del Estado, en
procurar el bienestar de las personas. Sentido en el cual las organizaciones
sociales, son vistas con capacidad para desplazar la función del estado, en sus
diversos roles orientados a lo social y a través de ello cobrar la fuerza
suficiente para generar el bienestar de las personas. Luego
En relación al Estado y particularmente del mercado,
el economista de la escuela de Chicago Milton Friedman, postula que: “ambos son
principios de organización social antagónicos e irreconciliables: el mercado no
sólo es importante en términos de desempeño económico, sino que es a su vez es
el núcleo fundamental que preserva la libertad económica y política. El estado
por el contrario, es el depositario de la coerción y el autoritarismo: es la
cuna de la opresión, tanto como el mercado lo es de la libertad. La lucha por
esta última, en consecuencia, se entabla entre dos colosos: el mercado y el
Estado. En la medida en que el primero logra triunfar sobre el Estado asegura a
la sociedad civil el pleno disfrute de los bienes terrenales sin interferencia
coercitiva de ninguna especie. Recordemos que éstas sólo se originan en la
esfera política, y el mercado es por definición anterior a la política. Cuando
éste es derrotado a manos del Estado, las libertades individuales son sofocadas
desde su misma cuna”.
En consecuencia Friedman antepone el mercado por sobre
el lugar que ha de tener el hombre como ser social, se soslaya la libertad
plena de elegir a pesar de que el extracto corresponde al Libro de Milton
Friedman “La Libertad de Elegir”, pues el hombre es sometido al mercado y solo
puede elegir bajo las condiciones que se imponen por el mercado y no entre las
reales necesidades de las personas.
Desde otra perspectiva el rol del estado, reconoce en
la democracia y en el sistema democrático su mejor ambiente, y por ello también
lo es para los movimientos políticos democráticos. El rol del Estado entonces,
acepta la diversidad en las posiciones filosóficas y políticas, admitiendo que
los partidos políticos son instituciones cuya fuerza ayuda en la preservación
de la democracia constituyéndose en un medio legitimo, para asegurar la
libertad, garantizar la tolerancia, la justicia social, el reparto equitativo
de la riqueza, y la igualdad de oportunidades para la sociedad civil.La sociedad neoliberal está agotada, hoy ya no es
capaz de dar respuesta a las necesidades actuales y menos a las futuras de los
ciudadanos en cuanto la conformación de una nueva forma del rol del estado
enfrentada a una sociedad en el que el problema son los cambios de paradigmas
en todos los aspectos de la sociedad, las reformas se esfuerzan por respetar el
modelo clásico introduciéndole nuevos elementos que, al no formar parte del
modelo original, no tienen suficiente fuerza como para transformarlo.
La noción de paradigma representa una versión de
cambio de ideas viejas en pro de nuevas posiciones socioculturales, el cambio
de paradigma tecno-económico del que se habla es una transformación del patrón
tecnológico y organizativo, más aún, es un cambio de sentido común en lo que
respecta a las prácticas más eficientes tanto en la producción como en las
demás actividades sociales.
El origen del cambio de paradigma es una revolución
tecnológica. Una revolución que resulta de la fusión e integración de dos
grandes vertientes de cambio: una, la revolución informática, la que todo el
mundo reconoce como tal, iniciada en Estados Unidos y difundiéndose por el
mundo desde los años setenta y, la otra, la revolución organizativa,
desarrollada en Japón y adoptada cada vez más ampliamente desde los años
ochenta. Estos dos cambios son de enorme trascendencia. Es difícil para
nosotros entender la profundidad de las transformaciones que este proceso de
destrucción creadora ha venido haciendo en el mundo desarrollado y en más y más
países periféricos.
El gran problema, al enfrentar el reto del desarrollo
en esta época, es que no nos hemos dado cuenta de hasta dónde es importante
para nosotros comprender la naturaleza de este cambio para poder identificar el
nuevo espacio de lo posible. Un cambio de paradigma tecno-económico es un
cambio en las herramientas y en los modos de hacer las cosas, es un cambio en
patrones organizativos y en posibilidades tecnológicas, es encontrarse frente a
un enorme potencial de generación de riqueza, cuyo aprovechamiento exige
adoptar una nueva lógica.
Alvin Toffler, por ejemplo, la equipara a las
revoluciones agrícola e industrial. Es decir, a fenómenos que tienen una
duración de varios siglos.
Es muy común que la gente de una época turbulenta y
llena de incertidumbre piense que lo que está experimentando es único y en todo
caso sólo tiene antecedentes muy lejanos. Esa postura conceptual nos coloca en
un limbo en términos de entender lo que está pasando.
Por una parte, de manera directa, hay una
transformación en la empresa. Toda empresa que quiera seguir siendo competitiva
hoy en día, toda empresa que quiera entrar en el mundo de la globalización,
obviamente, tiene que ir aplicando toda la lógica del nuevo paradigma tecno-económico,
porque, si no, se queda atrás.
Pero también cambian profundamente las condiciones y
las oportunidades para el desarrollo. Ya no se puede aplicar mecánicamente la
política que fue efectiva en la época de la sustitución de importaciones, en la
época de la producción en masa. Al menos, no en su conjunto. Esto no quiere
decir que algunos elementos aislados no se puedan incorporar a otro conjunto
que sea adecuado al nuevo contexto y al nuevo potencial. Cada época presenta
oportunidades distintas y las políticas de desarrollo, para tener éxito, tienen
que adecuarse a las posibilidades concretas de su tiempo.
La oportunidad que tenemos ahora tiene otro carácter y
la forma de enfrentarla es otra. Vamos a mirar qué significa eso, no sin antes
advertir que ese nuevo potencial de generación de riquezas lo moldean y lo
definen las fuerzas sociales. Ese nuevo potencial requiere un marco social,
institucional y político capaz de aprovecharlo. Cada vez que aparece una nueva
revolución tecnológica se dan unos cambios sociales y políticos masivos. Pero
la historia no está escrita con una sola pluma. El espectro de opciones es muy
amplio y se puede aprovechar de mil maneras.
Lo que no es viable es continuar por los caminos ya
inviables. La última vez, con la revolución tecnológica de la producción en
masa, se implantaron sistemas muy distintos, aunque todos eran adecuados a ese
paradigma: el socialismo soviético, el fascismo, la democracia Keynesiana y lo
que podríamos llamar el estatismo desarrollista en el Tercer Mundo. Cada uno de
esos modelos se implantó con infinidad de variantes. A pesar de las profundas
diferencias que los separan, todos fueron relativamente exitosos en dar grandes
saltos económicos en base a la producción en masa, basados en un rol económico
importante del Estado central y otras características morfológicas comunes.
Ahora tenemos otro paradigma y tenemos que inventar
otro modelo. Y cuando les digo inventar, les digo, de verdad, ¡inventar!
Necesitamos empezar a pensar de una nueva manera y entender, adoptar y adaptar
los nuevos principios de práctica óptima. Porque el poder transformador, el
poder orientador, de ese nuevo potencial está en la comprensión del nuevo
paradigma. Sólo comprendiendo en qué consiste, cuál es su lógica, vamos a poder
moldearlo, utilizarlo y aprovecharlo en función de nuestros objetivos como
sociedad.
El cambio de paradigma tecno-económico del que vamos a
hablar es una transformación del patrón tecnológico y organizativo, más aún, es
un cambio de sentido común en lo que respecta a las prácticas más eficientes
tanto en la producción como en las demás actividades sociales.
El origen de ese cambio de paradigma es una revolución
tecnológica. Una revolución que resulta de la fusión e integración de dos
grandes vertientes de cambio: una, la revolución informática, la que todo el
mundo reconoce como tal, iniciada en Estados Unidos y difundiéndose por el
mundo desde los años setenta y, la otra, la revolución organizativa,
desarrollada en Japón y adoptada cada vez más ampliamente desde los años
ochenta. Estos dos cambios son de enorme trascendencia. Es difícil entender la
profundidad de las transformaciones que este proceso de destrucción creadora ha
venido haciendo en el mundo desarrollado y en más y más países periféricos.
El hombre como tal, se define claramente como un ser
social. Desde allí entonces deben partir todos los principios que incluyan a la
sociedad, comenzando con el compromiso que tiene como ser humano social, y con
el desarrollo del bienestar colectivo, el que a su vez contribuye con su propio
bienestar.
El símbolo superior del progreso del hombre, es el
Estado, el que corresponde a una forma de organización humana, al interior de
un territorio , al que se ha dado en llamar nación/país/estado , en el que
tiene existencia real un determinado orden social, político jurídico y
económico, el que es establecido a través de ciertas normativas, que pueden ser
definidas de acuerdo a la cultura organizativa del grupo humano, las que han
sido claramente orientadas al logro del bien común de la sociedad. El estado
así definido, es sostenido, por medio de una autoridad central o gobierno
dotado de poderes de coacción suficientes.
Así desde el punto de vista del funcionamiento y con
objeto que la organización tenga sentido, el Estado cuenta con a lo menos tres
elementos centrales; a saber: “La Existencia de un Grupo Humano Organizado”,
“Un Territorio” y “Un Poder Central”. A partir de estas condiciones el estado
ha de cumplir con un rol fundamental en la organización, y es justamente el
mantener y controlar la administración de ese poder central. De este modo, el
poder es ejercido por la autoridad, el que nace de la representación que las
personas le entregan a sus representantes a través del voto, la autoridad que
genera tiene la responsabilidad de mantener los patrones de legalidad e
ilegalidad, para que sean respetados por las mayorías dentro de los límites del
estado.
Esta “Organización Social” desarrollada en una zona
geográfica y al interior de un territorio; exhibe entre sus principales
fundamentos el tema de la “Justicia Social”, fin último de la política y rol
que debe cumplir el estado. Sentido en el cual se establece con claridad que
los hombres que participan de la sociedad, deben aceptar como principio
fundamental la participación de toda tendencia, raza, ideas, credos,
convicciones, situación económica y actividades.
Así, se puede concebir que la organización y actividad
del estado, se conforman básicamente de dos sectores “Privado y Público”, los
que son vistos por sus propias actividades como los aliados del Estado, en
procurar el bienestar de las personas. Sentido en el cual las organizaciones
sociales, son vistas con capacidad para desplazar la función del estado, en sus
diversos roles orientados a lo social y a través de ello cobrar la fuerza
suficiente para generar el bienestar de las personas. Luego
En relación al Estado y particularmente del mercado,
el economista de la escuela de Chicago Milton Friedman, postula que: “ambos son
principios de organización social antagónicos e irreconciliables: el mercado no
sólo es importante en términos de desempeño económico, sino que es a su vez es
el núcleo fundamental que preserva la libertad económica y política. El estado
por el contrario, es el depositario de la coerción y el autoritarismo: es la
cuna de la opresión, tanto como el mercado lo es de la libertad. La lucha por
esta última, en consecuencia, se entabla entre dos colosos: el mercado y el
Estado. En la medida en que el primero logra triunfar sobre el Estado asegura a
la sociedad civil el pleno disfrute de los bienes terrenales sin interferencia
coercitiva de ninguna especie. Recordemos que éstas sólo se originan en la
esfera política, y el mercado es por definición anterior a la política. Cuando
éste es derrotado a manos del Estado, las libertades individuales son sofocadas
desde su misma cuna”.
En consecuencia Friedman antepone el mercado por sobre
el lugar que ha de tener el hombre como ser social, se soslaya la libertad
plena de elegir a pesar de que el extracto corresponde al Libro de Milton
Friedman “La Libertad de Elegir”, pues el hombre es sometido al mercado y solo
puede elegir bajo las condiciones que se imponen por el mercado y no entre las
reales necesidades de las personas.
Desde otra perspectiva el rol del estado, reconoce en
la democracia y en el sistema democrático su mejor ambiente, y por ello también
lo es para los movimientos políticos democráticos. El rol del Estado entonces,
acepta la diversidad en las posiciones filosóficas y políticas, admitiendo que
los partidos políticos son instituciones cuya fuerza ayuda en la preservación
de la democracia constituyéndose en un medio legitimo, para asegurar la
libertad, garantizar la tolerancia, la justicia social, el reparto equitativo
de la riqueza, y la igualdad de oportunidades para la sociedad civil.
Pablo Neruda :
Allende
Confieso que he vivido. Chile, 14 de septiembre
de 1973
Mi pueblo ha sido el más traicionado
de este tiempo.
De los desiertos del salitre, de las minas
submarinas del carbón , de las alturas terribles donde
yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador de magnitud grandiosa. Ese movimiento llevó a la presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador Allende, para
que realizara reformas y medidas de justicia inaplazables, para que rescatara
nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras.
Donde estuvo, en los países más lejanos, los pueblos admiraron al presidente Allende y elogiaron el
extraordinario pluralismo de nuestro gobierno . Jamás en la
historia de la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, se escuchó una ovación como la que le brindaron al
presidente de Chile los delegados de todo el mundo. Aquí en Chile se
estaba construyendo, entre inmensas dificultades, una sociedad verdaderamente
justa, elevada sobre la base de nuestra soberania, de nuestro orgullo nacional,
del heroísmo de los mejores habitantes de
Chile. De nuestro lado, del lado de la revolución chilena,
estaban la Constitución y la ley, la democracia y la
esperanza.
Del otro lado no faltaba nada. Tenían arlequines y polichinelas, payasos a granel, terroristas de pistola y
cadena, monjes falsos y militares degradados. Unos u otros daban vueltas en el
carrusel del despecho. Iban tomados de la mano el fascista Jarpa con sus
sobrinos de Patria y Libertad, dispuestos a romperles la cabeza y el alma a
cuanto existe, con tal de recuperar la gran hacienda que ellos llamaban Chile.
Junto con ellos, para amenizar la farándula, danzaba un gran banquero y bailarín , algo manchado de sangre; era el campeón de rumba González Videla, que rumbeando entregó hace tiempo su
partido a los enemigos del pueblo. Ahora era Frei quien ofrecía su partido demócrata - cristiano a los mismos
enemigos del pueblo, y bailaba además con el ex coronel Viaux, de cuya
fechoría fue cómplice. Estos
eran los principales artistas de la comedia. Tenían preparados
los viveros del acaparamiento, los miguelitos, los garrotes y las mismas balas
que ayer hirieron de muerte a nuestro pueblo en Iquique, en Ranquil, en
Salvador, en Puerto Montt, en la Jose María Caro, en
Frutillar, en Puente Alto y en tantos otros lugares. Los asesinos de Hernán Mery bailaban con naturalidad santurronamente. Se sentían ofendidos de que les reprocharan esos pequeños detalles.
--
Chile tiene una larga historia civil con pocas
revoluciones y muchos gobiernos estables, conservadores y mediocres. Muchos
presidentes chicos y sólo dos presidentes grandes:
Balmaceda y Allende. Es curioso que los dos provinieran del mismo medio, de la
burguesía adinerada, que aquí se hace llamar aristocracia. Como hombres de principios, empeñados en engrandecer un país empequeñecido por la
mediocre oligarquía, los dos fueron conducidos a la
muerte de la misma manera. Balmaceda fue llevado al suicidio por resistirse a
entregar la riqueza salitrera a las compañías
extranjeras.
Allende fue asesinado por haber nacionalizado
la otra riqueza del subsuelo chileno, el cobre. En ambos casos la oligarquía chilena organizó revoluciones sangrientas. En ambos
casos los militares hicieron jauría. Las compañías inglesas en
la ocasión de Balmaceda, las norteamericanas
en la ocasión de Allende, fomentaron y
sufragaron estos movimientos militares.
En ambos casos las casas de los presidentes
fueron desvalijadas por órdenes de nuestros distinguidos
aristócratas. Los salones de Balmaceda
fueron destruidos a hachazos. La casa de Allende, gracias al progreso del
mundo, fue bombardeada desde el aire por nuestros heroicos aviadores. Sin
embargo, estos dos hombres fueron muy diferentes. Balmaceda fue un orador
cautivante. Tenía una complexión imperiosa que lo acercaba más al mando unipersonal. Estaba
seguro de la elevación de sus propósitos. En todo instante se vió rodeado de enemigos. Su
superioridad sobre el medio en que vivía era tan grande, y tan grande su
soledad, que concluyó por reconcentrarse en sí mismo. El pueblo que debía ayudarle no existía como fuerza, es decir, no estaba organizado. Aquel presidente estaba
condenado a conducirse como iluminado , como un soñador: un sueño de grandeza se quedó en sueño. Después de su asesinato, los rapaces mercaderes extranjeros y los
parlamentarios criollos entraron en posesión del salitre:
para los extranjeros, la propiedad y las consesiones ; para los criollos las
coimas. Recibidos los treinta dineros todo volvió a su
normalidad. La sangre de unos cuantos miles de hombres del pueblo se secó pronto en los campos de batalla. Los obreros más explotados
del mundo, los de las regiones del norte de Chile, no cesaron de producir
inmensas cantidades de libras esterlinas para la City de Londres.
Allende nunca fue un gran orador. Y como
estadista era un gobernante que consultaba todas sus medidas. Fue el
antidictador, el demócrata principista hasta en los
menores detalles. Le tocó un país que ya no era
el pueblo bisoño de Balmaceda; encontró una clase obrera poderosa que sabía de qué se trataba. Allende era dirigente colectivo; un hombre que, sin salir
de las clases populares, era un producto de la lucha de esas clases contra el
estancamiento y la corrupción de sus explotadores. Por tales
causas y razones, la obra de que realizó en tan corto
tiempo es superior a la de Balmaceda; más aun, es la más importante en la historia de Chile. Sólo la
nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos objetivos más se cumplieron bajo su gobierno de
esencia colectiva.
Las obras y los hechos de Allende, de
imborrable valor nacional, enfurecieron a los enemigos de nuestra liberación. El simbolismo trágico de esta crisis se revela en el bombardeo
del Palacio de Gobierno; uno evoca la Blitz Krieg de la aviación nazi contra indefensas ciudades extranjeras, españolas, inglesas, rusas; ahora sucedía el mismo
crimen en Chile; pilotos chilenos atacaban en picada el palacio que durante
siglos fue el centro de la vida civil del país.
Escribo estas rápidas líneas para mis memorias a sólo tres dias de los hechos
incalificables que llevaron a la muerte de mi gran compañero el presidente Allende. Su asesinato se mantuvo en silencio; fue
enterrado secretamente; sólo a su viuda le fue permitido
acompañar aquel inmortal cadaver. La versión de los agresores es que hallaron su cuerpo inerte, con muestras de
visible suicidio. La versión que ha sido publicada en el
extranjero es diferente. A reglón seguido del bombardeo aéreo entraron en acción los tanques , muchos tanques, a
luchar intrépidamente contra un solo hombre: el
Presidente de la República de Chile, Salvador Allende,
que los esperaba en su gabinete, sin más compañía que su corazón , envuelto en humo y llamas.
Tenían que aprovechar una ocasión tan bella. Había que ametrallarlo porque nunca
renunciaría a su cargo. Aquel cuerpo fue
enterrado secretamente en un sitio cualquiera. Aquel cadáver que marchó a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en sí misma todo el
dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada
por las balas de las metralletas de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile.
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