PRINCIPIOS Y VALORES ESENCIALES
EN LA CONSTRUCCION DE UNA FILOSOFIA
Por Freddy Ponce
INTRODUCCION
Una escuela del
filosofar, estimula el desarrollo de una actitud intelectual de primera línea,
basando su aceptación en la práctica y enseñanza de los valores esenciales. Entre
sus fines persigue el formar discípulos imbuidos de un estilo de vida y una
materialidad consecuente con un modelo ideal de hombre.
En este sentido
la existencia de una Filosofía, constituye una perspectiva convergente, de
ideas, en que su afán filosófico distingue a una institución, permitiéndose
examinar los valores esenciales de su accionar. De modo que en lo fundamental ello
queda representado en el contenido de una doctrina filosófica, expresada en todo
orden de cosas por la misma institución.
Por ello en la
perspectiva de los valores, se define con claridad, la visión que la sociedad requiere
para validar el conjunto de valores que se consideran más caros.
En este sentido
es claro que una institución universal asociada en fraternidad a hombres que en
el transcurrir de sus vidas, examinan y desarrollan una suerte de
posicionamiento valórico lo que hacen sin ninguna distinción de opinión
filosófica, religiosa, de raza, de patria o de rango social, y por tanto
corresponde a personas cuya identidad se reconoce por su sinceridad, madurez,
firmeza y dignidad que les une en una mancomunidad de grandes afectos.
En acuerdo con
ello, los valores más apreciados exigen como condición previa, estar en
posesión del conocimiento y profundidad que derrama su contenido
fundamental en la proyección y continuidad de los diversos grados de
perfeccionamiento los que constituyen los pasos fundamentales del ascender en una condición iniciática.
DESARROLLO
La filosofía es
heredera próximo de las más antiguas tradiciones, cuyos principios y valores participan
de un carácter universalista y esencial de una institución. Por tanto la puesta
en marcha de su accionar constituye una contribución al desarrollo y
perfeccionamiento humano de quienes integran la denominada institución, lo que hacen
a través de una concepción meliorista, que no solo experimenta el avance y
evolución del pensamiento y de las ideas en un sentido constructivista, en que
solo ha de aceptar aquello que su conciencia pueda admitir.
Así, desde un
sentido valórico, se orienta, a los principios establecidos por la Ética en
particular, y la Filosofía en General, y por tanto se rige desde su perspectiva
en un principio esencial como es la tolerancia, que no es portavoz de ninguna
tendencia social, política o religiosa determinada, prohibiéndose expresamente que
se fomente, tolere o acepte cualquier expresión de las ideas tendiente a la
división.
Los valores fundamentales,
permiten profundizar en el proceso evolutivo que sufre una persona. Y por
cierto se reconoce ahí una filosofía de los valores, que apunta a lo que es
fundamental, en los distintos peldaños núcleo en donde se concentra lo propio y
particular, centralizando la discusión en la adquisición de esos valores esenciales.
De esta manera la
Filosofía, está arraigada en las enseñanzas de los valores que en las distintas
edades, proyectan nuevas formas de pensamiento y superación filosófica, al permitir
la evolución hacia un devenir superior en la tesis de la libertad, igualdad y
fraternidad.
De este modo, para
definir la existencia de una Filosofía de los Valores, se puede señalar taxativamente
que una institución, cuya práctica reflexiva, aplicada a una actividad
meditativa individual y grupal, constituye la suma del pensamiento organizado y
con una vertiente propia y característica.
Así, para aceptar
la tesis de una Filosofía asociada al carácter valórico pone al descubierto la
idea de un contenido doctrinal y filosófico característico de una estructura filosófica
de la moderna sociedad. Es por tanto ineludible considerar aquellos aspectos
que la incitan a comportarse como una verdadera y moderna sociedad de
constructores, a través de lo cual queda claramente definida su condición en
razón de principios filosóficos universales y éticos.
Entonces situados
en un contexto de validez, se puede precisar que en esencia responde al ideal
del conocimiento humano a través de un humanismo espiritual meliorísta y
excelsiorista, cuya acción intenta transcurrir, desde un optimismo centrado en
el hombre y la construcción de él, en camino hacia una auténtica “Filosofía de
los Valores”, tributarios de la Fraternidad Universal, que se establecen como
el centro de la concepción ética, desarrollada en el transcurso del arte de
filosofar.
De otro lado,
para nadie es desconocido el sello de exclusividad, plasmado en el Meliorísmo y
Excelsiorismo; términos que acogen como visión humana, el perfeccionamiento, en
referencia al crecimiento interior de los hombres llamados libres, los que
iniciados en prácticas y costumbres, reconocidas por el avanzar en el
conocimiento humano, y en el examinar y aprehender los valores esenciales en la
búsqueda de cambiar y de transformarse.
La existencia de tal
doctrina filosófica requiere se apoye en el pensar reflexivo, critico, autónomo
y constructivo, para sostener, que los enunciados programáticos, son la
expresión solidaria de los pensamientos afines desplegados tanto por discípulos
como por maestros en los diferentes grados de instrucción, los que deben ser
permanentemente perfeccionados, en pos de alcanzar una yoidad valórica de cada
ser, en un espacio grupal de convergencia de las ideas.
Implícitamente el
Meliorísmo constituye una posición ética y moral cuyo amplio contenido
filosófico, es integrador de todo el género humano. El Meliorísmo, como
definición ética y social, centra la idea en la buscada de un mejoramiento
continuo el que se encuentra siempre a medio camino entre el bien y el mal,
entre el optimismo y el pesimismo, y por ello el interés principal es el
perfeccionamiento humano.
Representa entonces
la continuidad del quehacer como el aliento necesario, para la búsqueda
incansable de la Verdad, constituyendo el fundamento inicial, de modo que a
pesar del carecer de una visión global, han de encontrar los signos evidentes
necesarios para salir de las tinieblas que confunden su razón.
La búsqueda
filosófica, comprende el penetrar en la propia Conciencia, para participar ahí
de los eternos principios de la moral con su estabilidad y bienestar, y cuando
estén convencidos y dispuestos a instituir la “LIBERTAD”, como progreso de la
Humanidad, y la “IGUALDAD” para -hacer desaparecer las diferencias de razas y
castas- y la “FRATERNIDAD” para otorgar la Paz; se puede decir entonces que la
Humanidad ha encontrado los guías con los valores fundamentales que buscaba.
En esta comprensión,
significa dilucidar la búsqueda de un Yo interior como una cuestión Superior
que es la búsqueda de la Verdad planteada a partir de la máxima “Conócete a ti
mismo”.
Interpretando a Ferrater
Mora, se puede decir que la expresión del meliorismo constituye una posición de
notorio acento Eticista, que construye uno de los rasgo distintivos de la
institución, en acuerdo con lo cual el mundo no es por principio ni
radicalmente malo ni absolutamente bueno, sino que susceptible de ser mejorado.
Desde esta
perspectiva. La posición Meliorísta, conduce a participar activamente de una
permanente y dinámica construcción, que busca un perfeccionamiento sostenido y
sustentable, que solo es posible de alcanzar por medio de un proceso de
discusión y elevación moral junto al progreso en valores espirituales de los
hombres, iniciados en las prácticas y doctrinas de la Orden.
En otro orden de
consideraciones, una postura reflexiva, converge desde distintas tendencias, a
una consideración ética, para articular, el surgimiento de una filosofía de los
valores propia y particular, fundadora de una escuela de pensamiento que podría
ser conocida como Eclecticismo constructivo.
En esta
consideración el Eclecticismo, debe ser constructivo, y descansar sobre la
conformación de un auténtico sistema de valores, del cual es posible que brote
la justificación para una Filosofía propia del Conocimiento, sobre la que se
expresa el conjunto de la idea.
De este modo la sociedad
y la Filosofía, comparten un ideario común, a partir del cual es posible
justificar plenamente los valores esenciales, que le imprimen ese sello
reflexivo, que al mismo tiempo, es compatible con la impronta meditativa que
desarrolla la orden.
Las repercusiones
del pensamiento filosófico, considera tres niveles como sustrato necesario para
cualquier expresión del pensamiento, manifestado como resultado de sus
aplicaciones, en el establecimiento de valores esenciales; tales elementos son:
La Ontología como primer nivel de conciencia que Intenta dar respuesta a las
preguntas generales sobre el ser, La Gnoseología como el segundo nivel que prepara
en métodos del conocimiento, estudiando los principios, fundamentos, extensión
y métodos humanos; y La Axiología como tercer nivel que permite el estudio de
los valores de las cosas.
Sobre ello la
discusión filosófica acerca a las verdaderas vertientes sociales y políticas, que
inducen a la existencia de una denominada FILOSOFÍA DE LOS VALORES, entre las
que se reconoce una filosofía de cercana posiciones a un Agnosticismo activo,
meliorista y citeriorista, capaz de generar una expresión doctrinal de un
eclecticismo constructivista, que no necesita mayor expresión ni definición.
El fundamento de
esa posición filosófica, tiene que ver de un lado con la búsqueda del
conocimiento, como propuesta filosófica, y de otro con el irrefutable
pragmatismo del hombre masón, el que estimulado en los alcances conceptuales,
para una concepción de vida, lo conduce a adoptar una posición Racionalista,
como desafío con el mundo social.
Todo lo señalado
pone el pensamiento filosófico, en camino de dar una ineludible y debida
respuesta a las preguntas fundamentales que la filosofía propone y de responder
para dar cuenta de su posición ética frente al problema de la existencia del
hombre y su fin último particularmente para definir desde la visión cognitiva
aquellos aspectos que den respuesta a su posición cosmogónica.
De aquí que el
fundamento esencial es la toma de conciencia que debe significar saber qué es
lo que se quiere para conseguir las metas deseadas. No es un mero acto sino un
proceso que se traduzca en su potencia, para avanzar permanentemente hacia el
conocimiento del Ser interior, hacia la perfectibilidad, hacia la Verdad, que
es objetivo supremo.
Es así que la
concepción más evidente de búsqueda de un camino de verdad, tras la
representación de los valores esenciales es recrear el sentido y trascendencia
de los valores morales e intelectuales más representativos de la Vida Humana,
tales como la Verdad, la Justicia y la Bondad, los que deben penetrar, en el masón
como fundamento de su vida, para transformarse en valores inquebrantables y en
patrones morales y de conducta que trasunten a la sociedad en que se encuentra
inserto.
Este fundamento de vida es solo posible mediante la valorización e internalización de los valores establecidos en los rituales de cada grado y que en su esencia acompañaran en su transcurrir al masón escoces para alcanzar el conocimiento interior, en temas como la tolerancia, prudencia, sabiduría y justicia.
No basta con conocer
los valores, sino que hay que internalizarlos, asimilarlos e integrarlos al
quehacer. Este es el objetivo terminal de la educación moral para la moral. El hombre
es un ser ético que tiene un conocimiento operativo –no siempre muy refinado-
de la diferencia objetiva entre el bien y el mal y de la posibilidad que tiene
de realizar actos reñidos con las normas éticas o de acometer acciones
consecuentes con ellas.
La praxis de los
valores entregados a la posteridad se ligan indisolublemente con la causa de la
libertad de las personas –en el sentido más ético, moral y espiritual de la
palabra- y busca emular la lealtad, valor, amistad y heroísmo en la instrucción
para todos los hermanos rechazando todo despotismo, toda intolerancia y
fanatismo.
Los valores son los
necesarios para un perfeccionamiento, por ello se debe aprender de Prudencia,
Justicia, Templanza y Fortaleza, temas que derivan y al mismo tiempo son parte
de los valores que se constituyen en los componentes básicos de la Libertad que
se practica.
En otra mirada
existe un valor asociado a todos los anteriores: es el valor del silencio. Que
es la práctica habitual del maestro que ha alcanzado un nivel consciente que ya
le ha hecho comprender que no es más ni menos que cualquiera de hermanos. El
silencio no es sólo callar, es saber cuándo y dónde decir lo que se debe decir,
es el ejercicio del imperativo categórico kantiano. Toda persona debe bajar, en
el itinerario de su carrera, al silencio de la tumba, y desde ésta ha de cruzar
el portal de la muerte para entrar en una vida más noble. Es el triunfo de la
vida sobre la muerte. De esta manera, a través del silencio, se vuelve a
proclamar, una y otra vez, a su manera simbólica y dramática, la antiquísima
enseñanza.
Al propugnar un
constructivismo individual ayuda en la edificación del buscado templo
espiritual individual, siendo este un constructivismo ético y un
constructivismo social. Es menester también, realizar un análisis tanto de la
situación actual de la sociedad, como estado y la vigencia de los valores de la
filosofía.
Quienes son parte deben buscar un mundo más justo y libre, defendiendo los
valores de la igualdad y la libertad sobre todas las cosas. Todo lo cual
constituye parte del proceso, el que tiene que conducir a los adeptos involucrados
a luchar por estos valores, mediante una conducta inspirada en la rectitud y la
honestidad...
Es evidente que se
ha de observar la realidad social circundante para que el papel individual. A
diferencia de otros ritos, propugna siempre un perfeccionamiento o formación de
la persona, pero en relación con otra institución. No se puede vivir siempre fuera
del mundo, al abrigo del taller, sin ser impactados por lo que ocurre. Es
necesario interactuar. El paradigma que va desde lo individual a lo colectivo
Hay que tener siempre presente que en su definición más primigenia es un
“sistema peculiar de moral que lleva a la conformación de un templo interior
capaz de establecer los valores fundamentales del hombre en sociedad.
SÍNTESIS CONCLUSIVA
Se procura que sean
capaces de pensar por sí mismo, estimulando la creatividad e ideas nuevas y su
consiguiente puesta en práctica, promueve los afanes desplegados en el difícil
oficio de pensar, de innovar y de tener ideas propias.
En esta medida y
no en otra, como visión de futuro se constituye una filosofía particular,
articulada en la actividad intelectual activa, y participativa. Se trata de un
arte, u oficio productivo, una ciencia y actividad creativa, capaz de generar
ideas propias, proyectos individuales e institucionales.
Luego es
absolutamente legítimo sostener que la docencia y ética es una escuela
Filosófica, cuya doctrina tiene por propósito lograr la excelencia mediante la
práctica del perfeccionamiento interior, expresado en metas, objetivos y
finalidades. Pero sólo se puede aprender y progresar en la medida en que cada
iniciado este voluntariamente dispuesto a aprender y a progresar. No se puede
ejercer coacción porque la elevación que se persigue, requiere de manera justa
y necesaria el insoslayable respeto y dignidad de la persona humana.
El contenido de
esta doctrina perfectivista, tiene que ver con el afán humano de construir, valores
universales cuyas dos posibles maneras de entender la dimensión práxica,
conciben a la Orden, como la condensación del pasado y como síntesis que el
presente de la Institución, ofrece.
La idea es poner
de manifiesto que existe un cultivo que provoca en los espíritus ilustrados, la
búsqueda de un camino de valores de expresión personal, susceptible de
equívocos; o bien, se acepta el camino propuesto como algo seguro e inequívoco.
En ambos casos la decisión es una cuestión que sólo atañe a cada hombre.
En definitiva, el
carácter expresado en la aplicación del Arte en valores como Prudencia,
Templanza y Discreción, se mezclan para definir el actuar procurando no
avasallar ni imponer sino acordar con voluntad el logro final a través de la
templanza mezcla sutil entre dedicación, constancia y justo actuar. Cuyas consideraciones
humanistas conducen a ocupar un espacio en la construcción de un ser integral que
constituya el fin organizado y armónico, en principios y valores que expresen
el camino que guía el actuar en la sociedad y como consecuencia
valorar la existencia de un presente citeriorista (aquí y Ahora) estableciendo
una impronta ético-moral de contenido filosófico.
El significado que asume la conciencia, califica, cada acto de la vida señalándolos como buenos o malos, justos o injustos, términos que alcanzan, el pleno vigor de principios perdurables e inmanentes, pues pertenecen a leyes inmutables del Deber y del Derecho, donde la Justicia, es el valor fundamental en toda obra, al permitir escuchar a las distintas partes con sabiduría para una decisión que sea justa.
Finalmente se
puede afirmar que tanto en la conducta como en las relaciones debe encontrar su
propia conciencia, en su caminar la que constituirá la guía y ciertamente el
juez, la inteligencia será el báculo de apoyo de la vida. Se puede decir entonces
que la conciencia representa en toda su magnitud el santuario más delicado que
posee el hombre, puesto que ocupa un lugar privilegiado de atención ya que se
reconoce en ella la materia prima donde tendrá lugar la transformación del
hombre y por su intermedio la transformación de la sociedad.
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