SOLSTICIO DE INVIERNO
La historia señala que las
antiguas culturas poseían un particular respeto y dedicación por la astronomía
y de manera especial por el Sol, a cuyo estudio y ofrenda dedicaron sus templos.
Así, se les daba a los Solsticios una especial atención, dado que son
precisamente los momentos del año cuando el sol llega a sus puntos más lejanos
de oscilación entre los hemisferios Sur y Norte.
La
palabra Solsticio procede del latín “SOLSTITIUM”,
y su significado es "SOL QUIETO",
(del latín sol y sístere: permanecer quieto), que corresponde al instante en que la posición del Sol en
el cielo se encuentra a la mayor o menor distancia angular positiva o negativa
del ecuador celeste o mayor o menor altura aparente en el cielo, y por tanto,
cuando la duración del día o de la noche son las máximas del año
respectivamente.
En astronomía, Solsticio, es
un evento astronómico en que el Sol alcanza su máxima declinación Norte (+23º
27’) o Sur (−23º 27’) respecto al ecuador terrestre[1], fenómeno que ocurre dos veces en el año, la
primera alrededor del 21 de junio denominada Solsticio de Invierno y la segunda
alrededor del 21 de diciembre Solsticio de Verano.
Aproximadamente
entre el 21 a 22 de junio se produce en el Hemisferio
Sur, el Solsticio de Invierno, en que se celebra
la muerte y renacimiento del sol (Sol Invictus[2]),
muerte necesaria para crecer y liberarse de las viejas ataduras, en un proceso
de vida y expresión de la unidad muerte-vida. Es el momento en que la
naturaleza venera enlutada a la luz, que es la fuente de la vida, en la misma
muerte yace la semilla del espíritu que florecerá en primavera culminando en el
esplendor del Solsticio de Verano. Se produce entonces el día más corto y la
noche más larga del año, el sol se encuentra en el punto más alejado del
hemisferio. La tradición indicaba que durante el momento de máxima oscuridad
del año solar, se celebraba el retorno e inicio de un nuevo ciclo, que honraba
al Sol y su renacimiento.
Se
debe señalar que los Solsticios, no se producen en el mismo día y hora, pues la
tierra no tarda exactamente 365 días en su vuelta al sol, sino que 365,2425
días. La desviación es corregida en parte por los años bisiestos, a pesar de ello
existe diferencias horarias que lo hacen saltar en ocasiones un día.
SOLSTICIOS
EN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
Se debe destacar que los pueblos
originarios y culturas ancestrales honraban estas fechas con celebraciones y
rituales que hasta el día de hoy se recuerdan y celebran.
CELEBRACIÓN
DEL PUEBLO MAPUCHE
Los mapuches en la observación de los
ciclos de la naturaleza crearon su propio calendario, basado en 13 lunas y
cuatro estaciones del año. Celebran el We Tripantu, fiesta de alegría, que es
una verdadera fiesta con la naturaleza. En mapudungún significa nueva salida
del sol y la luna. Pensaban que en este nuevo periodo la tierra comienza a
limpiarse con el agua que envía Ngenechén (Dios) a través del Ngenko o espíritu
del agua, provocando un nuevo ciclo, que implicaba el término del ciclo
anterior.
CELEBRACIÓN
DE LOS PUEBLOS ANDINOS
En el Solsticio de Invierno el imperio
Inca, celebraba la fiesta del Inti Raymi o Fiesta del Sol. Se celebraba con
ocasión del Solsticio de Invierno el año nuevo solar, para un pueblo cuyo
principal objeto de culto era el dios Inti (Sol). La importancia religiosa,
social y política era tal, que la fiesta se extendió en todo el Tahuantisuyo[3].
Era la Ceremonia de la noche de víspera del Solsticio de Invierno, en que se
apagaban los fuegos en toda la extensión del enorme imperio inca, en
Tahuantisuyo, y Cusco, en la gran plaza Huacaypata. El Inca, con ayuda de los
Sacerdotes “inducía” al dios Inti justamente cuando llegaba al punto máximo de
su lejanía y comenzaba su aproximación al Cusco, con el favor de sus rayos,
para fecundar la tierra y procurar el bienestar de los hijos del imperio del
Tahuantisuyo.
Los Mayas celebraron los solsticios a
través de sacrificios humanos o juegos de pelota en las pirámides truncadas de
la ciudad de Chichen Itzá, como en las ciudades de: Palenque, Quiragua, Kopán y Tikal, cuyas ruinas aún permanecen
ocultas por la selva.
CELEBRACIÓN
DE LOS CELTAS, GERMANOS Y ESCANDINAVOS
Tradicionalmente la fiesta se celebraba
para convocar el retorno de la luz y la esperanza contra el mundo oscuro. Los
antiguos la llamaban Yule, cuyas tradiciones han sido adoptadas por el cristianismo
en fiestas navideñas. Era costumbre adornar las casas con hiedra, y poner
guirnaldas, de protección de visitas indeseadas. Los colores empleados eran el
rojo, símbolo del nacimiento, y el verde, símbolo de la tierra, que consideraba
que al empezar los días más largos, verdaderamente resurgía la vida en la
tierra.
De los celtas se ha heredado el árbol
de navidad, cuyo origen era un tronco de árbol que se quemaba la noche del Solsticio,
en festejo del renacimiento del sol y atraer la prosperidad. La costumbre se
remonta a Egipto, en el 5.000 A.c. al festejar el nacimiento de Horus, su Rey
sol, que era representado como un niño de cabellos dorados en un pesebre con un
disco solar sobre él. En estas fechas, las estrellas del cinturón de Orión se
alinean con la brillante Sirio y el Sol[4][5].
De donde probablemente surge la historia de los tres Reyes Magos que siguen a la
estrella de Belén hacia Cristo, representado por el Sol.
SOLSTICIOS
EN MASONERÍA
Para la masonería, existe paralelismo
entre los Solsticios y la tradición iniciática, entendiéndola como un camino en
constante movimiento. Así los Solsticios en Masonería, señalan que es la época
en que el Sol entra en los signos de Cáncer y Capricornio, para alcanzar su
máxima declinación septentrional y meridional. Las Fiestas Solsticiales tienen
lugar en los Solsticios de Verano e invierno, y dedicadas las primeras al
Reconocimiento, y Esperanza y las segundas designadas como Fiestas de San Juan.
Desde sus inicios la Francmasonería ha
adoptado leyendas que responden al mito solar, módelo a escala del Universo. Del
mismo modo que el mito de Jano erigido por las tradiciones gnósticas e
iniciáticas más remotas, el que próspera como un símbolo alrededor del cual
gira la estructura simbólica masónica. En Roma, los Solsticios se dedicaban al
Dios JANO, representativo del Sol, el nombre de Juan viene derivado de Janus,
que significa: Dios de las puertas, a
quien se invocaba al salir de las ciudades, de los templos, de las casas, o al
iniciar un viaje, siendo esta la divinidad que presidía todos los comienzos, la
primera hora del día, el primer día del mes, el primer mes del año; y de ahí
viene el nombre Jannuarius que significa Enero que es el mes que precede todos
los años. Y que presidía, las iniciaciones (en latín INITIUM, INITIARE) y en
particular el ingreso del Sol en los hemisferios celestes. JANO representa el
ideal iniciático, simboliza, la puerta de entrada a la verdadera iniciación e
indica porque en la Masonería los viejos usos y costumbres son Piedra
Fundamental del desarrollo de toda su actividad.
PALABRAS
FINALES
Para las religiones antiguas, el Sol era
el símbolo de la personalidad, que concierne al gran héroe que atraviesa por todo
tipo de peripecias en su viaje anual, incluyendo el descenso al inframundo, que
marca el triunfo de la luz y prueba de la inmortalidad y regeneración de la
vida.
Se ha dicho que los pueblos antiguos realizaban
ritos, que vivificaban los mitos para traer al presente el tiempo perdido, en
que la tierra se regía por las leyes del cielo. Ellos los sacralizaron y
representaron de forma física a través de templos y ciudades, los que guardaban
armonía con los puntos cardinales y con las estaciones, aspectos que la
masonería ha tomado en cuenta al momento de construir sus templos.
Finalmente para la masonería el Solsticio
de Invierno, metafísicamente simboliza el triunfo de la luz sobre la oscuridad,
y el renacer a una nueva vida. De manera que representa la Iniciación del
Aprendiz; la muerte a la vida profana y el renacer a una vida de iluminación. El
Solsticio de Invierno, es entonces el punto de mayor relevancia dentro del
orden cósmico, al interior del Templo. En un sentido particular, le da sentido
a la Logia (Luz y Esperanza), pues corresponde con una época de frio, carencia
y hambruna espiritual, que le otorga esperanzas
al iniciado en su camino de comprensión de los misterios de la
Masonería.
Freddy Ponce
Bibliografía
1. Navidad y su simbolismo a la luz de la
iniciación. Carlos Flores Herrera.
2.
Diccionario
de ciencias ocultas. Espasa, Siglo XXI.
3.
Glosario.
H. P. Blavatsky. Editorial Glem.
4. Diccionario enciclopédico de la masonería.
Kier.
[1] El
Ecuador es el plano perpendicular al eje de rotación del planeta que pasa por
su centro, divide la superficie en dos hemisferios.
[2] Sol
Invictus ("sol invicto") o en forma completa, Deus Sol Invictus
("el invencible Dios Sol" en latín).
[4] Sirio es
la estrella más brillante del cielo en el hemisferio norte terrestre, aunque
esté en el hemisferio sur celeste.
[5] Al centro
de la constelación de Orión se encuentran tres astros. Las estrellas se llaman
Mintaka, Alnitak y Alnilam, conocidas como las tres Marías, los tres Reyes
Magos o cinturón de Orión, forman una alineación ligeramente inclinada que
refleja la posición de las tres grandes pirámides de Giza en Egipto.
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