Por Freddy Ponce
El Chile de hoy enfrenta un profundo cambio social y político, que se
manifiesta en la toma de conciencia de los ciudadanos respecto de su posición como
arquitectos de su destino en la sociedad. A partir de ahí y con claridad las
personas han asumido un rol protagónico entendiendo que el sistema político, ha
sido incapaz de ofrecer respuestas categóricas a todas sus demandas. De manera tal
que los ciudadanos de hoy demandan del estado una mayor actividad en los
variados campos sociales tales como derechos humanos, derechos de las minorías,
derechos de género como también la demanda de una posición económica que dé
respuesta a las necesidades básicas de las personas.
Y por tanto se hace impostergable el dar respuestas a las preguntas necesarias y pertinentes más allá de las tres preguntas claves de las escuelas iniciáticas: ¿de dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?, Sino que en una conciencia sensible debe hacer otras preguntas más amplias que las personas deben incorporar a ese cambio pues son preguntas más angustiantes, que requieren una respuesta.
¿Cómo combatimos efectivamente la pandemia, y el hambre generadas?
¿Qué mundo les dejaremos a nuestros hijos?
¿Cómo contribuimos en forma consciente y voluntaria a crear un mundo
mejor?
¿Cómo le damos coherencia ética a nuestras acciones?
La concepción del ser humano, del cosmos, de la vida, conserva la
impronta del siglo de las luces, de la era industrial. Y ello es una buena
base, aun es útil, pero insuficiente para dar cuenta de la complejidad que se enfrenta
en la vida cotidiana y no se condice con la evolución del pensamiento humano.
Todo ello interpela filosófica y éticamente.
Es probable que en una conservadora mirada para
algunos sea difícil entender que la vida en sociedad implique un tremendo
desafío, que tiene que ver no solo con el cumplir con las obligaciones propias
de un estado de derecho, sino que más aun con el compromiso por ser mejores
personas tanto en el desarrollo personal, como en los esfuerzos por defender los
derechos de quienes no los poseen o a quienes se les niega.
Hoy las personas poseen visiones culturales, políticas, sociales y económicas, su convivencia en esa sociedad genera diferentes formas de comportamiento y conducta ética, las que, desde el punto de vista de la convivencia, comunican una forma de ser con sus particularidades como individuos de esa sociedad,
La realidad socioeconómica de chile
muestra un escenario en que la economía dominante es aplicada desde una visión
estrictamente economicista que busca absorber lo que se interponga y solo desea
acumular riqueza, se debe en esta medida repensar una dinámica económica más
humana y social.
Así, por cierto, se requiere de nuevas herramientas conceptuales, su propósito debe ser encontrar y dar las respuestas a los nuevos desafíos del siglo XXI. Para ello se requiere de un proyecto de desarrollo, que permita al hombre social una nueva forma de participación, reflexión y estudio de los fenómenos que acontecen en el país y en el planeta y a través de ellos dar respuestas coherentes en la construcción de una teoría general de la sociedad.
Hoy como ayer el enriquecimiento de pocos y el sufrimiento de muchos, y las ansias de poder hacen impostergable el asumir los desafíos presentes. Los hijos de los hijos no pueden continuar con hambre y violencia.
DESDE LA ÉTICA
La sociedad necesita efectivamente hacer cambios, los que por cierto comienzan en cada una de las personas, sin duda el “conócete a ti mismo”; constituye parte del proceso en que cada uno, desarrolla los cambios necesarios. La sociedad en su conjunto no ha sido educada para conocerse en profundidad, ni para asumir abiertamente los errores la ignorancia, sobre algún tema, se necesita potenciar la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza que surgen de los principios institucionales.
Por ello se hace necesario comunicar mejor hacia la sociedad civil, es necesario volver a cultivar los mejores elementos como la humildad, despojarse del orgullo. Las personas deben actuar con humildad para aspirar a una vida mejor, en fraternidad y con absoluta libertad de conciencia. Se necesita potenciar la coherencia entre los discursos y la práctica, y tener como centro la ética.
Las personas han de asumir el derecho y la responsabilidad en los espacios de la vida, para reconocer, aceptar las certidumbres y dudas, para desde allí intentar construir juntos el futuro en cada momento presente.
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